Entrevista a José Luis García Delgado
- ¿Qué opina
del resultado de las elecciones francesas?
Las elecciones
francesas completan un año natural en el que hemos tenido a Europa
permanentemente en nuestra mesa de preocupaciones y reflexiones. Un año que se
inició con la campaña del Brexit y que culmina ahora con la clara victoria de Emmanuel Macron.
Lo cierto es que la idea europea de la integración ha ganado una partida muy
importante el pasado 7 de mayo. No conviene olvidar que la propia Marine Le
Pen llegó a calificar a Macron como un europeísta radical tratando precisamente
de restarle votos. Y los primeros gestos del nuevo presidente son muy
simbólicos. Durante la celebración con sus seguidores, el Himno de la Alegría,
el himno europeo, sonó junto a la Marsellesa. Y no ha tardado ni 24 horas en
realizar su primera visita a Berlín para aproximar posturas y relanzar la idea
de la integración europea con la
canciller Angela Merkel.
- ¿En qué
medida va a afectar el Brexit a la economía europea y, particularmente, la
española?
El Brexit abrió
un momento de perplejidad y desconcierto. Su gravedad, y por lo que ha
conmocionado tanto, no sólo es por la salida de una de las tres grandes
potencias europeas sino porque se derriba una premisa que dábamos por hecha:
que la integración era irreversible. Europa tendrá, en primer lugar, que salir
de esta situación de perplejidad para tomar las medidas adecuadas.
- ¿Y las
medidas proteccionistas del Gobierno de Trump?
Una voz
importante de la propia Unión
Europea ha señalado, con motivo del 25 Aniversario del
Tratado de Maastricht, que "cumplimos años rodeados de enemigos". Lo cierto es
que el nuevo presidente de Estados Unidos ha dejado claro tanto en su campaña
como tras su elección, que no siente mucha estima por el proyecto europeo al
que, de hecho, define despectivamente como "el Consorcio". Además de las implicaciones
económicas, la coincidencia del Brexit y del Gobierno Trump debe tener
importantes repercusiones en ámbitos como la Defensa, donde va a ser más
necesario que nunca contar con una verdadera política común, un papel en el que
tanto Estados Unidos como el Reino Unido han jugado hasta ahora un papel
esencial.
- ¿Existen
otras amenazas para la economía europea?
El momento es difícil por la confluencia de factores que podíamos llamar estructurales como el envejecimiento de la población, la pérdida de relevancia de Europa a escala internacional y la propia fatiga del sistema con otros que se calificarían como accidentales o sobrevenidos. Entre estos últimos situamos el fracaso de la primavera árabe con sus implicaciones sobre la presión migratoria y el terrorismo, la renovada vocación imperialista de Rusia y, por supuesto, crisis económica.
Desde el
Tratado de Roma, Europa se ha ido construyendo con cierto nivel de
euroescepticismo pero siempre hemos pensado mayoritariamente que la cesión de
competencias era una fuente de seguridad y prosperidad. Pero a partir de 2008
esto se quiebra y Europa pasa a ser percibida como una entidad disciplinante
que obliga a tomar medidas de recorte que repercuten en el bienestar social de
la mayoría de la
ciudadanía. Este hecho ha contribuido evidentemente al
crecimiento de las opciones eurófobas.
- Algunas
voces, como las del economista Joseph Stiglitz han comentado que quizás
sea necesario dejar morir el euro para salvar el espacio europeo, ¿qué
opina de esto? ¿Considera necesario hacer todo lo posible para salvar la
moneda europea?
Nada es
irreversible y las monedas nacen, se desarrollan y mueren pero creo que
merecería la pena seguir apostando por el euro. Ya hemos hecho una buena parte
del camino y es cierto que la moneda única puede ser, en algunos términos, un
corsé pero creo que son mayores sus beneficios. Agiliza las transacciones, ha
contribuido decisivamente a que España se convierta en un país exportador y ha
permitido la internacionalización necesaria de parte de nuestro tejido
empresarial.
- También ha
destacado recientemente los problemas asociados al envejecimiento
demográfico de Europa, ¿qué medidas se podrían poner en marcha para
atenuar su efecto?
Es indiscutible que Europa no sólo es el continente más viejo sino el que menos perspectivas de crecimiento tiene. De los 30 países con más población mayor de 65 años, 29 son europeos. Estados que hace cuarenta y cincuenta años eran referentes en control de la natalidad, cuando la situación era la inversa, son los que, hoy en día, están llevando a cabo políticas natalistas más relevantes.
Lo más
paradójico es que este hecho está coincidiendo con un sentimiento
antiinmigración y estamos poniendo vallas a quienes nos pueden sacar del apuro
en términos re rejuvenecimiento de la población. Será
necesario, de forma regulada, por supuesto, y con los controles pertinentes,
abrir las puertas a la inmigración.
- El año
pasado recibió el Premio de Economía Rey Juan Carlos I, ¿qué representa
para usted?