"La marca COEV es cada vez más fuerte y continuará siéndolo con el tiempo"

07 octubre 2013 Artículos
ENTREVISTA A VÍCTOR GÓMEZ-SENENT, DIRECTOR GERENTE DEL COLEGIO, DÍAS ANTES DE SU DESPEDIDA
Víctor Gómez-Senent ha sido secretario técnico, gerente y director gerente del COEV durante el periodo que transcurre desde 1981 hasta la actualidad. En la pasada Junta General de colegiados anunció su despedida que se hará efectiva a partir del próximo 1 de septiembre.

 "Tan importante es saber lo que tienes que hacer como lo que no tienes que hacer"

¿Con qué sensación deja el Colegio, después de 32 años en él? 
Aquí me he dejado lo mejor de mi vida profesional, luego tengo sensaciones encontradas. 

¿Qué valoración hace de su gestión al frente de la corporación? Mire, de entrada tengo la autoestima muy alta en el sentido del deber cumplido con el máximo de dedicación, motivación y lealtad, pero la valoración de mi gestión no se entendería sin el equipo técnico que me ha acompañado en estos años, de una gran categoría profesional y humana. He tratado de dirigir potenciando los puntos fuertes de mi gente, a todos les he encargado aquellas cosas que podían hacer bien. Seguro que he fallado como jefe en el sentido tradicional del término: no me veo reflejado en ninguno de los modelos existentes. Y con respecto a las aportaciones de los compañeros de las Juntas de Gobierno, lo mismo; ha pasado gente muy buena por la casa que han aportado mucho valor al Colegio y yo he tratado de estar ahí.

¿Cuáles son los principales hitos de su trayectoria en el Colegio? De mis primeros años en el Colegio, con José Luis Ballester de decano, etapa en la que se gestionaba con precariedad de medios aunque con mucho entusiasmo y la mejor de las voluntades, el Master en Tributación, nacido en 1984. Luego, el plan estratégico de 1988 que me encargó la Junta presidida por José María Gil Suay. Después entró Rafael Olcina y, el plan finalmente terminó aplicándose con gran éxito. Por entonces fue cuando hicimos el primer cambio en el logotipo (el actual es de la época de Zárraga); como decía de forma muy expresiva Olcina: "nos cargamos la mosca" (bueno, aquello no fue ninguna tontería). Como consecuencia de la aplicación del plan surgió el Área de Orientación y Empleo que hasta la actualidad ha facilitado la creación de 2.000 empleos, se profesionalizó el Área de Formación, que en estos momentos viene a contar con más de 4.000 alumnos que pasan anualmente por sus aulas, con más del 50% de actividades gratuitas, nació economistes, cuya producción se ha llegado a financiar con publicidad, pusimos en marcha otros servicios... Como consecuencia de ello crecimos durante esos años de manera importante (de 2.400 colegiados en 1991 a 3.400 en 1996). Impulsé un nuevo modelo de gestión y ahí me quedé a unos metros de rematarlo, aunque de ese plan me siento enormemente satisfecho. En 2000, de la mano de Fernando Zárraga pusimos en marcha el segundo plan estratégico de la institución, que desde el punto de vista metodológico introdujo un modelo articulado en torno a cuatro bloques de estrategias realmente notable y provechoso. 

Durante el decanato de Rafael Olcina, en 1996, el Colegio cumplió los 25 años.Le propuse a Olcina una serie de actuaciones para celebrar las bodas de plata. Durante todo el año no paramos: entrevistamos a los ex decanos en economistes, publicamos artículos de la vida colegial de 1971 en cada ejemplar de la publicación y coordiné un libro en el que participaron economistas representativos de sus especialidades, encargándome yo mismo de la parte histórica. Celebramos la efeméride en El Puig, en un acto en el  que a los ex decanos les obsequiamos con una escultura que realizó para la ocasión Miquel Navarro. Me gustó mucho ese acto, sobre todo el reconocimiento a los decanos.

El siguiente decano fue José Ortega. A él le transmití que el Colegio no debía ser solo servicios (el servicio solo crea lealtad al servicio) y apostamos por desarrollar el sentimiento de pertenencia. Creamos los principios deontológicos de la profesión, potenciamos el hecho de que la denominación profesional de Economista es exclusiva de los pertenecientes a un colegio de economistas, creando el diploma correspondiente, y todo eso se visualizó en la Ceremonia de Acreditación de Economistas, cuya primera edición se celebró en el recién inaugurado Palacio de Congresos, con lleno a reventar. Recuerdo una muy buena idea que tuvo Fernando Zárraga, entonces vicedecano: que a los colegiados que no habían podido recibir el diploma se les hiciera una entrega simbólica por especialidades profesionales. Así se hizo. Recuerdo que uno de los que nos dio el sí de inmediato fue Juan Roig, en representación de los economistas empresarios, un hombre (y su esposa Hortensia también) muy cercano al Colegio, como lo ha demostrado en diversas ocasiones. Sí, la verdad es que tanto de este como del de la ceremonia de acreditación siempre me he sentido muy orgulloso.Del siguiente decano, Joaquín Rodrigo, siempre me quedará su sencillez, su austeridad, su carencia de protagonismo hasta la obsesión (casi enfermiza), el haber compartido codo con codo y día a día la gestión diaria y el haber contribuido a que el Colegio finiquitara el segundo plan estratégico con sobriedad. Es curioso: el más desconocido, pero uno de los más queridos y de los más recordados. Con él alcanzamos la cifra de 4.000 colegiados e implantamos las encuestas Los Economistas opinan que luego en el mandato de Leopoldo Pons pasaron a tener un ámbito autonómico. 

¿Qué significó el cambio de sede, en el año 2003? Pasamos de ocupar un local antiguo, que no reflejaba nuestra cultura organizativa colegial, a una sede moderna, diáfana, alegre, con aspecto de lo que realmente éramos: un colegio moderno, que miraba hacia el futuro. El hecho de disponer de más espacio multiplicó el volumen de actividades.

Acaba de comenzar una nueva etapa en el Colegio, con una nueva Junta de Gobierno ¿Qué opinión le merece el programa de actuación que quiere poner en marcha? Muy ambicioso. Cuando el plan estratégico esté finalizado deben quedar definidos con claridad los pilares básicos sobre los que se debe de apoyar el Colegio: así se sabrá lo que es prioritario y lo que es accesorio. En términos de management, tan importante es saber lo que tienes que hacer como lo que no tienes que hacer; y en una organización como la nuestra (una micropyme, en definitiva) es una variable estratégica de primera magnitud. También sería importante que se definiera, de una vez por todas, el modelo de opinión: sobre qué tenemos que opinar, cómo se fundamenta esa opinión, quién opina, cuándo opinar y por qué; ese tema nos ha generado muchos quebraderos de cabeza y yo creo que es más sencillo de lo que parece. Y que se cuide y aplique debidamente el código de buen gobierno recientemente aprobado: eso preservará a los colegiados de hipotéticas conductas reprochables de los miembros de las Juntas de Gobierno. Todo ello se debería hacer bajo la premisa necesaria de que los miembros de la Junta de Gobierno y el equipo técnico -aunque cada cual en sus respectivos niveles- caminen siempre juntos: ésa es la fórmula del éxito. De todos modos tengo mucha confianza en los equipos, directivo y técnico, actuales, y les deseo mucha lucidez en la definición y aplicación del plan estratégico. 

Durante su trayectoria, ¿cómo ha cambiado la visión que la sociedad tiene de la profesión de economista? Aquí luchamos contra la batalla de las percepciones de la que hablaba Jack Trout: por mucho que queramos ser una cosa, los demás nos perciben de otra y hay que pelear mucho para cambiarla, y nosotros siempre hemos estado en esa lucha. Además, con tantas titulaciones académicas y tan diferentes la gente se lía, lo que contribuye a que se nos confunda como lo que no somos. La sociedad nos tiene que ver como unos profesionales necesarios para administrar recursos con el fin de satisfacer las necesidades que tienen las personas y los grupos humanos (Aristóteles dixit, a quien estoy leyendo ahora). Esa definición encaja a la perfección con la visión generalista que sobre el Economista, en el sentido de suma de fiscalistas, consultores, expertos contables, generalistas, financieros, auditores, etcétera, ha guiado el camino de nuestra corporación. En todo caso, lo que importa es el camino que estamos recorriendo en la línea de la profesionalidad, la seriedad y el rigor en nuestro ejercicio. Y, en esa línea, hemos ganado bastante en los últimos 40 años. Especialmente ante la clase empresarial. Los que estudiaron en los sesenta me darán la razón, seguro.

En esta transformación social y económica a la que se ve abocado el país ¿Cree que los colegios profesionales van a seguir jugando un papel importante en la profesión y en la sociedad? El nuestro sí va a seguir jugando un papel importante en la profesión, ya que aunque la futura ley de servicios profesionales resta mucho poder a los colegios, nosotros estamos acostumbrados a trabajar en competencia y en lugar de afectarnos nos potenciará; estoy convencido. Yo solo aspiro a que mi Colegio continúe siendo mi referente profesional; por tanto, que me facilite información, formación, oportunidades de empleo y de negocio, redes, que opine cuando tenga que opinar y que todo esto lo haga bien; y punto. Si lo hace bien, socialmente será respetado; y si esto es así, seguirá ganando en prestigio, creciendo, y yo como colegiado me beneficiaré. Es así de sencillo. Nada de complicaciones.Parte de la sociedad la tenemos de espaldas porque a los colegios de economistas nos perjudican ciertas prácticas de otros colegios que han propiciado una visión negativa: reductos corporativistas, prácticas anticompetencia, favoritismos gremiales... Pero ese ancien regime se acaba; Europa va a finiquitar esas prácticas. Y eso, yo creo que al COEV le favorece porque nosotros nunca hemos sido así y continuando en la senda que nos hemos marcado, iremos a más. 

¿Por qué merece la pena colegiarse en el COEV? Si yo me voy a dedicar a la profesión de economista, en el sentido más amplio del término, necesito al Colegio. En cualquier momento de mi vida profesional el Colegio aparece y, o bien te consigue un empleo, o el programa formativo a medida de tus necesidades, o la oportunidad de negocio de tu vida  o ... ¿Qué voy a decir yo si además todo esto cuesta poco más de 50 céntimos de euro al día? Sin olvidar que la marca COEV es cada vez más fuerte y continuará siéndolo con el tiempo. Eso beneficia a quienes estamos dentro.

Por último, ¿a qué va a dedicarse ahora? Hasta ahora me he sentido como el hombre unidimensional de Marcuse, tan dedicado al Colegio que, en cierto sentido, me ha impedido gozar de otras cosas. He disfrutado mucho con el Colegio pero veo que me espera un mundo nuevo y desconocido que no tengo ni idea por dónde dirigiré. Para empezar, intentaré hacer el camino de Santiago completo: 800 kilómetros (ja vorem, aunque me importa más el camino que el objetivo, lo contrario de lo que he hecho en mi vida profesional). Y después pueden encontrarme iniciando nuevos proyectos de cualquier tipo, trabajando en algo que me haga feliz, tocando en un grupo musical, estudiando o simplemente entregado al mens sana in corpore sano, ¿yo qué sé? Quietecito, desde luego, no estaré.


¿Quiere añadir algo de despedida? Pues sí, quiero aprovechar esta oportunidad que me han brindado con tanta generosidad el decano y la Junta de Gobierno de despedirme desde economistes, para agradecer a los colegiados, a los compañeros de Junta, al equipo técnico, a los colegas de otros colegios de economistas y del Consejo General, a tantos colaboradores del Colegio, profesores, empresarios, académicos, consultores... por sus enseñanzas y por haber compartido tantos debates y discusiones para hacer las cosas mejor. Todos ellos me han ayudado a conocer mejor la condición humana y a todos ellos pido humildemente disculpas por no haberlo podido hacer mejor.

Una vida profesional volcada al Colegio
Víctor Gómez-Senent (Valencia, 1948) entró en el COEV en octubre de 1981 tras un duro ("durísimo", precisa él) proceso de selección al que se presentaron 52 colegiados, y que duró casi ocho meses. Fue la Junta de Gobierno presidida por José Luis Ballester Barrera (y Carlos del Romero, secretario, Alberto Marco, tesorero, Alejandro Mañes, Gaspar Martínez, López Hernando, Martínez Castellví, Víctor Fuentes, Cristóbal Gil y Juan José Renau, Aurelio Barranco, José Luis Martínez March y Jesús Beltrán, estos últimos ya fallecidos, que recita como un aficionado al fútbol la alineación de su equipo) que, con la intención de "profesionalizar el Colegio" propició su contratación. Además de Ballester, ha sufrido, "o disfrutado", según los casos, puntualiza, los mandatos de José Mª Gil Suay (fallecido en 2009), Rafael Olcina Reig, José Ortega Bonilla, Fernando Zárraga Quintana, Joaquín Rodrigo García, Leopoldo Pons Albentosa y Juan Manuel Pérez Mira, el actual.Durante estos 32 años ha sido testigo y sujeto activo de la transformación experimentada por el Colegio en este tiempo. En la entrevista, se muestra especialmente satisfecho del equipo técnico que le ha acompañado en estos años, "de una gran categoría profesional y humana", y muy agradecido a todas las personas con las que se ha relacionado en estos años "por sus enseñanzas y por haber compartido tantos debates y discusiones para hacer las cosas mejor". Convencido y optimista ante el futuro del COEV, confiesa que no sabe qué es lo que va a hacer a partir de ahora: "pueden encontrarme iniciando nuevos proyectos de cualquier tipo, trabajando en algo que me haga feliz, tocando en un grupo musical, estudiando o simplemente entregado al mens sana in corpore sano". No lo sabe, aunque afirma que quieto no se va a estar.