Los presupuestos generales del Estado como arma política

28 julio 2017 Artículos

El pobre Batiste, labrador jubilado de 77 años de edad, que ha residido toda su vida en un pueblecito de L´Horta Sud, lleva varias noches sin dormir; en su cabeza bullen sin cesar las palabras "burla, desprecio, ninguneo, afrenta, pito del sereno,...". Son los términos que, en el Hogar del Jubilado, ha escuchado mencionar a uno de sus contertulios, persona, al parecer muy leída e ilustrada, hablando acerca del maltrato que el Gobierno de la nación ha infligido a la Comunidad Valenciana. Son las mismas palabras que de forma inconsciente, acuden a la mente de quien, con independencia de su credo político y de la comunidad autónoma a la que pertenezca, efectúa un análisis detenido y desapasionado de Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2017.

La presentación por parte del Gobierno de la nación del Proyecto de PGE 2017, ha generado una agria disputa al mostrar su disparidad las partes políticamente implicadas, Admón. central, autonómica y líderes políticos de todas las corrientes; los unos, defendiendo la bondad del presupuesto, en lo que hacía referencia a la Comunidad Valenciana (CV), los otros, mostrando su total disconformidad con el mismo.

A nivel local destaca, de una parte, la postura del delegado del Gobierno, Sr. Moragues; de la otra, la del conseller de Economía y Hacienda, Sr. Soler. Evidentemente, no podemos cuestionar en modo alguno la capacidad intelectual que reúnen ambos.

Sin embargo, en esta agria disputa se han olvidado de explicarle a nuestro querido Batiste los números que desprenden los Presupuestos.

De entrada, la cifra de inversión para la CV de 589 millones de euros para 2017 es baja, tanto si tenemos en cuenta su población como si la comparamos con la del año 2016. Observando además la evolución de la inversión, se ha pasado de 1.044,3 millones de euros en 2012 a 702,5 en 2013, a 678,9 en 2014, a 747,9 en 2015 y a 890,6 millones en 2016 hasta caer a la cifra actual ya referida.

Para 2017, y dado que la inversión territorializable, aquella que se puede concretar en una comunidad específica, es de 8.597 millones de euros, la cifra relativa prevista para la CV representa el 6,85% del total, mientras que nuestro porcentaje sobre la población global asciende al 10,62%. Es decir, debiera haber sido casi el doble. Esperemos que esto Batiste sí lo entienda.

Porque se mire como se mire es claramente insuficiente e injustificable. Verlo de otra forma son ganas de jugar con los números, tratar de hacer trampas al solitario y de engañar a nuestro personaje manejando las cifras a su conveniencia; en concreto, el Sr. Moragues, por ejemplo, compara presupuesto realmente ejecutado en 2016 con presupuesto a ejecutar en 2017, cifras que claramente no son comparables, dado el incontestable déficit de ejecución del presupuesto de inversión en nuestra comunidad.

Pero vamos a descender en el análisis: viendo más el día a día de los ciudadanos, podemos ponderar el gasto que existe en los PGE. Así, en cuanto a inversión en aeropuertos, Madrid recibe 111 millones de euros; Barcelona, 47; Málaga, 22 y Valencia tan solo 9. No hay prevista ninguna inversión en el Metro de Valencia frente a los 126,30 millones previstos para el Metro de Madrid o los 108,40 millones para el Metro de Barcelona. En el ámbito cultural, el Teatro Real de Madrid recibe 9,39 millones de euros y el Liceu de Barcelona 7,11, frente a los 0,60 del Palau de les Arts. Idéntica inversión está prevista para el Museo de Bellas Artes de Valencia, frente a los 46,20 millones de euros tanto para el Museo del Prado como para el Centro de Arte Reina Sofía.

No hay que ser ningún experto: no guarda ninguna correlación el nivel de inversión del Gobierno Central ni en  Aeropuertos ni en el Metro, ni en los Museos ni en los Teatros Líricos, existiendo una clara discriminación con respecto a los referentes de la CV.

Siendo pragmáticos, qué cabría hacer: ¿La de enfrentamiento que ha propugnado en alguna ocasión nuestra vicepresidenta Mónica Oltra, o la de negociar una propuesta por nuestro presidente Ximo Puig? ¿Tenemos referentes en el resto de España que nos puedan iluminar qué camino tomar? En este punto, invariablemente, nos remitiríamos a catalanes y vascos.

Creemos, pese a todo y con toda firmeza, que la democracia implica entendimiento, cesiones, acuerdos. Así lo aprendimos en una Facultad tan participativa como la de Económicas de los primeros años de la transición, y así lo hemos mantenido a lo largo de toda nuestra existencia como una seña de identidad. Ésta es la clave: que las partes implicadas tengan la suficiente empatía para buscar los puntos en común, para ponerse en lugar del otro, para conseguir una redistribución de la riqueza, de los presupuestos y de las inversiones territoriales más acordes a unos números que son evidentemente incontestables; en definitiva, que los presupuestos no sean un arma arrojadiza sino de concordia. Seguro que todos saldríamos ganando.

José Miguel Ramón Andrés - Juan José Mª Orts Berenguer

Miembros de la Comisión de Contabilidad y Auditoría del Colegio de Economistas de Valencia.

Reproducción del artículo publicado en el diario Levante-EMV el dia 7 de mayo de 2017.